En el mundo de la psicología, la psicoterapia y la educación, existen muchas escuelas, corrientes, disciplinas y técnicas; todas y cada una de ellas con sus beneficios, ventajas y desventajas.
Con el paso del tiempo y los avances en la investigación, son cada vez más los tipos de intervención terapéutica que podemos encontrar, y entre ellos sin duda alguna destaca la intervención con animales. Aunque no es algo completamente nuevo ya que desde hace algún tiempo se viene implementando la equinoterapia (terapia con caballos), terapia con delfines, entre otros, sigue siendo un tema del que aún se tiene mucho desconocimiento, y que tiene mucha tela para cortar.
Uno de los tipos de terapia con animales que mayor auge ha tomado en los últimos años, es el de la Terapia Asistida con Perros.
Es común que asociemos a los perros de ayuda o apoyo con perros lazarillos, que son aquellos caninos que sirven de guía y apoyo para personas con discapacidad visual, sin embargo, en la Terapia Asistida con Perros se trabaja de forma distinta.
La terapia asistida con perros se trata de un método en el que algún profesional del área de la salud o educación (psicólogo, médico, maestro o psicopedagogo) trabaja en conjunto con un guía canino, que viene siendo la persona entrenada específicamente para trabajar con el perro, y su perro para que entre los tres logren conseguir objetivos pedagógicos o terapéuticos en diversas áreas del desarrollo de los niños con los que se trabaja.
Aunque principalmente se utilice en niños con alguna condición o compromiso, como por ejemplo, autismo, compromisos cognitivos, síndrome de Down, entre otros, no está específicamente indicado para estas condiciones, y puede ser utilizado en cualquier niño porque no sólo se trabaja el área cognitiva, sino que además sirve de mucha ayuda para problemas conductuales o como apoyo emocional.
¿Cuál es la forma de trabajar en la terapia asistida con perros?
Pues en primer lugar se requiere contar con un canino que haya sido entrenado para este tipo de situaciones, usualmente se entrena a los perros para que realicen trucos o cosas que otros perros sin entrenamiento no pueden hacer, ya que el principal objetivo de la presencia del perro durante la terapia, es que genere tal interés en el niño, que pueda servir como refuerzo positivo a la hora de alcanzar objetivos, además de que se les entrena para que sean muy cariñosos, amables, juguetones pero que además puedan seguir instrucciones y adaptarse a diferentes entornos y situaciones.
La terapia asistida con perros aporta muchos beneficios a distintos niveles y aspectos, pero principalmente ayuda a fortalecer la autoestima y la seguridad de los niños, porque un animal tan noble como un perro no juzga, es capaz de brindar amor sin distinguir raza, religión, condición social, sexo, etc., por lo que el niño se sentirá en un ambiente seguro y querido.
Además de esto, genera confianza en los niños, porque en muchos casos cuando ya se ha adaptado al proceso, se le puede brindar la oportunidad de ejercer el roll de “guía canino”, por lo que al dictar una instrucción y que el perro la acate, sentirá la seguridad de ser una figura de autoridad y satisfacción de haberlo logrado, además de lo ayudará a crear un vínculo especial con el animal que no sólo lo reforzará emocionalmente, sino que además le enseñará acerca del respeto.
Además de esto, los niños desarrollan una sensibilidad especial ante los seres vivos, por lo que no sólo estaremos logrando objetivos terapéuticos, sino que también estaremos educando seres humanos más conectados y respetuosos de la naturaleza.
Los perros, por sus diferentes colores, pelajes y texturas, intervienen en gran medida en la estimulación sensorial de los niños, lo que crea también sensaciones emocionales y cognitivas beneficiosas para su desarrollo.
Este tipo de terapia puede utilizarse además para alcanzar objetivos en lo que se refiere al desarrollo de la motricidad gruesa o fina, ya que le permite al niño correr junto al perro y participar e idear cualquier tipo de juegos que sirvan como reforzadores para ambos. A veces pueden implementarse actividades tan sencillas pero tan enriquecedoras como hacerle un dibujo al animal, cepillarlo, jugar a los obstáculos, esconder y encontrar un tesoro para el perro, entre otras cosas.
Se trabajan además las habilidades sociales, por lo que es un tipo de terapia especialmente indicado para niños ansiosos, tímidos o con habilidades sociales débiles, ya que durante el proceso de adaptación al animal llamado “fase de acoplamiento” se trabaja en crear esa cercanía y ese vínculo del niño con el animal, cuestión que puede luego ayudarlos a adquirir la confianza para implementarlo en el día a día.
Proporciona beneficios en las áreas de atención, concentración, socialización y lenguaje, puesto que como el perro cumple la función de acompañante y reforzador positivo, el niño se siente mucho más motivado a alcanzar los objetivos propuestos.
Aunque es un tipo de terapia en la que el perro cumple una función muy especial, el éxito de la misma dependerá más que todo de un buen terapeuta que diseñe los objetivos de intervención específicos para cada caso y los implemente.
El perro viene a cumplir esa función de puente entre el terapeuta y el niño para la optimización de las estrategias de intervención.
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