Hoy en día, cuando hablamos de relaciones de pareja, son diversos los temas que pueden tocarse al respecto.
Porque cada vez los seres humanos somos más diversos, y más opciones que nos atraen y de cierta forma construyen nuestra personalidad, por lo que son muchos los factores que pueden influir en una relación de pareja, y la religión en uno de ellos.
Vivimos en tiempos en los que las diferentes religiones abundan, las poblaciones ya no solo se dividen en católicos y protestantes, tenemos cristianos, evangélicos, testigos de jehová, judíos, budistas, y así un sinfín de religiones más, hasta llegar a los ateos y agnósticos. Por ende, es común que se formen parejas en las que los integrantes profesen religiones diferentes.
Cuando es este el caso, ¿afecta esto la relación?
La respuesta es sí, las diferencias religiosas sí pueden afectar la relación hasta llegar a terminarla, cuando este tema no es manejado de la mejor forma.
Al principio, cuando estamos en esos meses de “enamoramiento” y todo es bonito, pues probablemente no sea un tema del que se hable mucho, por lo que no tiene mayor efecto en la relación de pareja.
Pero con el tiempo, es un tema que va a salir a la luz y del que se deberá conversar, especialmente si se trata de una relación estable y se piensa formar una familia junto a esa persona, y es allí donde la posibilidad de que aparezcan los conflictos, aumenta.
Claro, es algo que también va a depender de cuán fuertes sean las creencias religiosas de cada quien.
Cuando estas son muy arraigadas, hay mayores posibilidades de conflicto puesto que tendemos a centrarnos en las diferencias y de una u otra forma buscamos convencer al otro de que lo que nosotros planteamos o en lo que creemos es lo correcto. Y, cuando se presenta esta necesidad de probar un punto y tener la razón, es inevitable que los conflictos aparezcan.
Ahora bien, si las creencias religiosas no son tan arraigadas, es posible que el manejo de los conflictos sea más llevadero.
Sin embargo, independientemente de tu religión y la de tu pareja y cuán fuertes sean tus creencias, lo cierto es que hay ciertos aspectos que podemos tomar en cuenta y poner en práctica para evitar que estas diferencias acaben con la relación.
En primer lugar, es importante evaluar este aspecto antes de iniciar la relación. Debes entender que una relación de pareja no se trata de cambiar o transformar al otro a tu antojo, ni mucho menos convertirle en una extensión de ti mismo.
En las relaciones de pareja es vital respetar las diferencias y no tratar de convertir al otro, y si la religión es un aspecto muy importante para ti y sientes que con el tiempo no podrás tolerar que tengan religiones diferentes, lo mejor es que no empieces la relación.
Si has decidido meterte en la relación, el respeto será pieza clave y fundamental para que la relación continúe con éxito.
Respetar las diferencias del otro parte del punto de aceptar que somos seres diversos, que todos tenemos nuestra propia forma de pensar, y que aunque la de nuestra pareja diste mucho de lo que nosotros pensamos, no podemos ni siquiera intentar cambiarla.
Aún si sus creencias no son lo suficientemente fuertes, no intentes forzar a tu pareja a que se una a tu religión.
Ahora bien, si por iniciativa propia tu pareja desea hacerlo, acompáñale en el proceso sin presión, haciéndole saber que no es algo necesario para que puedan estar juntos pero que si quiere hacerlo, tú estarás allí para apoyarle.
Establezcan compromisos. Si sabes que el tema religioso es algo bastante fuerte entre ustedes o motivo de discusión, evita tocar este tema y dedíquese cada quien a vivir su religión como deseen.
El matrimonio puede ser un tema álgido entre ustedes, si ninguno de los dos quiere dar su brazo a torcer, celebrar una bonita ceremonia civil puede ser la mejor opción.
Luego del matrimonio, la llegada de los hijos también puede llegar a ser un tema generador de conflicto.
Especialmente porque desafortunadamente, los niños cuando son pequeños aún no tienen conciencia real de lo que son las religiones, y simplemente se adaptan a lo que les enseñan sus padres.
De esta forma, la mayoría de nosotros tenemos la religión que hemos heredado de nuestros padres, y no realmente una que hayamos escogido.
En este sentido, decidir desde qué religión criar a los hijos puede generar problemas, porque cada quien defenderá su religión colocándola como la mejor.
La verdad es que no hay una religión mejor que otra, por lo tanto será mejor acordar no criar a los hijos bajo ninguna religión, que no es lo mismo que la espiritualidad, podemos fomentarles espiritualidad y que sean ellos mismos cuando estén más grandes los que decidan que religión seguir o no.
Puede pasar también, especialmente cuando se trata de personas muy religiosas, que uno de los dos invite al otro a realizar actividades dentro de su religión o iglesia.
Por difícil que parezca, intenta no rechazar la invitación o al menos ábrete a la posibilidad. Esto no quiere decir que vayas a cambiarte de religión, pero si te ayudará a entender un poco mejor las creencias de tu pareja, y a aceptarlas, por lo que puede resultar muy beneficioso para ambos.
Enfócate en las cosas que sí disfrutan juntos. Si los temas religiosos no son una de ellas, pues habrá muchas otras que sí lo sean, de lo contrario no estarían juntos.
Disfruten de esas cosas que sí tienen en común o que sí desean compartir y conocer, y dense espacios para que cada quien pueda disfrutar por separado sus diferencias, si no deseamos acompañarles.
Finalmente, lo importante es que ambos tengan la capacidad de ser honestos consigo mismos, y desde un principio determinar si las diferencias en cuanto a la religión serán algo que pueda traerles problemas o no.
Si desde un principio han sido honestos y han establecido acuerdos, independientemente de lo diferentes de sus religiones, seguramente esto no será un tema por el que terminar la relación.
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