Como seres humanos además de ser racionales, también somos emocionales, lo que quiere decir que tenemos la capacidad de sentir emociones.
Dentro lo que son las emociones y el sentir, hablamos de 4 emociones básicas que todo ser humano siente en determinados momentos de su vida, y que pueden clasificarse en positivas, negativas y neutras dependiendo de su manifestación.
Éstas son la alegría, tristeza, ira y el miedo. El miedo vendría a ser una emoción neutra, no es positiva ni negativa, y no es más que un estado de alarma ante una situación que percibimos como peligrosa.
Por ende, como la mayoría de las emociones, es bastante subjetiva, porque dependerá de cómo cada quien percibe determinada situación y de la connotación que se le dé.
Por mucho que algunos intenten negarlo, como personas, TODOS sentimos miedo alguna vez, o le tememos a algo, en mayor o menos medida dependiendo del caso.
Sentir miedo (racionalmente) no es malo ni bueno, ya que en ocasiones puede limitarnos ante una determinada situación como en otras puede ayudarnos a activar nuestras defensas y evitar accidentes o pesares, así que dependiendo de cómo lo veamos puede llegar a ayudarnos.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando esos miedos que normalmente sentimos dejan de ser racionales? ¿Qué pasa cuando la intensidad del miedo es mucho mayor o no está acorde a las circunstancias? Es justamente allí cuando debemos preguntarnos si estamos dejando que nuestros miedos afecten demasiado nuestras vidas.
Muchas personas tienen miedo a las alturas, a montarse en un avión, a determinados animales, a espacios cerrados entre otras cosas, sin embargo muchas de estas personas también han encontrado o desarrollado mecanismos de defensa y autocontrol que los han ayudado a sobrellevar estos miedos, por lo que pueden desarrollar su vida con normalidad.
Todos estos son miedos comunes, y que dependiendo de las respuestas de estas personas, tendemos a verlos con normalidad porque conocemos a más de uno que también padece estos miedos, o en algún momento de nuestras vidas nosotros mismos nos hemos sentido así. Pero hay otros miedos que pasan desapercibidos, que quizás no los tomemos tanto en cuenta y que terminan afectando nuestra vida más de lo que creemos.
Más seguido de lo que parece, nos encontramos ante situaciones en las que dejamos que nuestros miedos nos ganen, y cada vez que esto pasa, es como si pequeñas partes de nuestra esencia se desprendieran para no volver.
Por ejemplo, ¿Cuántas veces hemos aceptado que nuestros jefes o superiores nos griten o nos hablen mal por temor a decir algo y sufrir consecuencias?, ¿Cuántas veces hemos dejado que alguna pareja nos trate mal por temor a estar solos? ¿Cuántas veces has dejado que personas se aprovechen de ti y tus buenas intenciones por temor a no agradarles?
Si nos detenemos un momento a realizarnos estas preguntas y analizar sus repuestas, nos daremos cuenta que son más las veces es las que hemos dejado que nuestros miedos nos paralicen, de las que creíamos. Y es allí, donde poco a poco vamos perdiendo un poco de nuestra libertad, y nos hacemos prisioneros de esos miedos, dejando que afecten y condicionen nuestra vida significativamente.
Es por ello que tan seguidamente vemos parejas infelices que aún sin amarse siguen juntas, personas que viven sumamente estresadas y cansadas porque están atiborradas de trabajo y compromisos por no saber decir NO, mujeres y hombres sumisos cuyos deseos y anhelos propios han pasado a segundo y hasta último plano, en fin, seres humanos cuyas vidas están controladas por sus miedos.
En este sentido, la tarea más difícil es darse cuenta, porque vivimos tan sumidos en nuestro día a día, en el trabajo, en el complacer a otros, que no prestamos atención a eso que nos está controlando. Por ende, el simple hecho de darse cuenta causa un efecto liberador que sabiéndolo aprovechar, te dará la fuerza necesaria para poder afrontar la situación. Como señalé anteriormente, sentir miedo no es malo ni bueno, todo va a depender de cómo decidas tú responder ante ese miedo, ¿Dejarás que te limite? O por el contrario, ¿Lo verás como una oportunidad de crecimiento? Recordemos que no es valiente quien no siente miedo, valiente es quien aún sintiéndolo tiene la fuerza y la determinación de afrontarlo.
*Si no leíste ¿Entiendes que es el miedo y como afecta nuestras vidas? te lo recomendamos, ya que es complemento de este artículo.
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