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Comunicación de los padres y bienestar de los hijos

Comunicación de los padres y bienestar de los hijos
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En la mayoría de las relaciones de pareja, el norte suele ser la llegada de los hijos. Cuando éstos finalmente llegan, comienza el hermoso pero difícil trabajo que es la crianza, y con él, suelen llegar ciertos desacuerdos. En cuestiones de crianza es normal que tengamos opiniones diferentes, pero, es importante entender que la comunicación de los padres va a influir en el bienestar de los hijos.

Independientemente de si como pareja tenemos afinidad y muchas cosas en común con la otra persona o no, el tema de la crianza suele desatar cierta polémica en la pareja, especialmente si no se ha discutido con anticipación, puesto que cada quien ha tenido un estilo de crianza distinto, y ha formado sus creencias y patrones a partir de ello.

Generalmente, cuando hay desacuerdos en los estilos de crianza, los roles y funciones de cada padre, las normas y la forma de establecer disciplina con los hijos, se suelen originar conflictos que no sólo afectan la relación de pareja, sino también el adecuado desarrollo de los hijos y su bienestar.

Los niños, por muy pequeños que sean, son capaces de entender desde tempranas edades cuando algo no está del todo bien, puesto que lo perciben en las emociones y acciones de sus padres. Cuando papá y mamá no están de acuerdo en las pautas de crianza, los más perjudicados son ellos.

Entender la función que como padres y madres se tiene, es fundamental para una crianza sana y así una mejor relación de pareja. Comúnmente, se da el caso de que algunos padres suelen creer que la crianza y educación de los hijos es únicamente responsabilidad de la madre. Entonces tenemos a la mamá que disciplina, y el papá que consiente y provee.

Si bien es cierto que en muchos casos, por cuestiones de trabajo y desempeño de roles, es mamá quien está más presente en la vida de los hijos, la crianza y educación de los mismos es responsabilidad de los dos. Y por ende, es sumamente importante, que como padres, establezcan acuerdos en lo que a normas y pautas de crianza se refiere.

Pasa mucho que uno de los padres establece una norma, y el otro, quizás por desconocimiento, quizás por no estar de acuerdo, la cambia, la transgrede o no está al pendiente de que se cumpla. Cuando esto sucede, los niños se resienten y tienen a confundirse, porque no saben a quién deben atender o hacerle caso, y usualmente tienden a inclinarse por aquél que es más permisivo.

Entonces se crea el escenario del “policía bueno y policía malo”, o en este caso, el padre bueno y el padre malo, porque los niños, siempre preferirán a aquél que se dedica a consentir y no a dictar normas.

Lo mismo sucede con las consecuencias naturales e inmediatas a las conductas de los niños. Es responsabilidad de los dos hacer que se cumplan, puesto que de lo contrario, uno de los dos pierde la autoridad. El ejemplo más claro de ello es cuando un niño actúa mal y solemos decir “Ya vas a ver cuando llegue tu papá/mamá”.

Cuando hacemos esto, le demostramos al niño que no tenemos la autoridad suficiente para corregirle, y que no estamos allí para hacer que las normas se cumplan; lo que en muchas ocasiones puede agravarse hasta el punto de que nos pierden el respeto.

Cuando una pareja no se comunica, y no establece acuerdos en cuanto a la crianza, los niños crecen inseguros puesto que no reciben seguridad de sus padres, sienten mayor deseo de desafiar a la autoridad puesto que no la tienen en casa, y crecen con cierto resentimiento hacia aquél padre que está más ausente, o aquél que es más severo.

Estas situaciones son más comunes de lo que se piensa, y en ocasiones, cuando ya no hablamos de parejas sino de padres divorciados, la situación puede agravarse. Especialmente cuando la relación de pareja ha terminado mal, puesto que se tiende a actuar desde el resentimiento, dejando de lado el trabajar en pro del bienestar de los hijos.

Si bien es cierto que cuando una pareja se divorcia, cada miembro está en todo su derecho de comenzar una nueva vida bajo sus propias reglas, no se debe olvidar que siempre tendrán algo en común, los hijos. Por lo tanto, aunque se hayan divorciado, todo lo que hagan tendrá efectos directamente a los niños.

Aferrarse a la idea de que como ahora cada quien tiene su propia casa y puede establecer sus propias normas, sólo creará mayor distanciamiento y confusión en los hijos. Aunque no es necesario ponerse de acuerdo en la forma cómo cada quien llevará su vida, el bienestar de los hijos deberá ser una prioridad, y por ende, las pautas de crianza deben ser acordadas.

Buscar “castigar” a la ex pareja a través de los hijos, no es sólo un acto de inmadurez, sino además de egoísmo. Es por ello que por muy frustrado/a que te sientas con tu ex pareja, cuando hay hijos de por medio se debe entender que esa persona siempre formará parte de tu vida, y por ende es necesario llevar la fiesta en paz.

Además, los hijos no deben pagar las consecuencias de nuestras decisiones o malas acciones. De allí, nace la importancia de la comunicación. Si bien es cierto que es prácticamente imposible lograr estar de acuerdo todo el tiempo, muchos de estos conflictos en la crianza se pueden evitar si aprendemos a comunicarnos.

Evita discutir y entrar en conflicto delante de los niños; cuando no estén de acuerdo con alguna norma o consecuencia que el otro haya establecido, es mejor conversarlo en privado de manera que el niño entienda que ambos tienen la misma autoridad.

Tampoco descalifiques la labor del otro padre frente a ellos, simplemente hazles saber que ambos, desde sus posibilidades, les quieren mucho y buscan lo mejor para ellos.

Y es que las pautas de crianza es algo que debe conversarse desde antes de que lleguen los hijos a la relación, puesto que una crianza sana depende casi en su totalidad, de los acuerdos que como pareja o padres divorciados hayan establecido.

No debe existir un padre bueno y un padre malo, deben existir padres reales, comprometidos con el bienestar de sus hijos, que independientemente de su situación, sean capaces de comunicarse y entenderse, para así criar hijos sanos y felices.

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