Para nadie es un secreto que la adolescencia suele ser un período algo rudo o difícil, tanto para el que la atraviesa, como para quienes lo rodean.
Supone una etapa de cambios en la que los chicos dejan de ser niños, para estar en ese espacio de tiempo en el que aún no son adultos.
Todo esto les suele generar mucha ansiedad, haciéndoles más vulnerables a los conflictos.
La adolescencia no es solo una etapa de rebeldía, muchas veces esta rebeldía viene dada por esa búsqueda de identidad, ese intentar pertenecer en el mundo de los adultos, a pesar de que su entorno se empeñe en decirles que no están preparados para ello.
Lo cierto es que los adolescentes experimentan muchas emociones y cambios, algunas ya conocidas, otras completamente nuevas que intentan manejar y controlar, pero muchas veces fallan en el intento.
Como padres y como adultos, parece que olvidáramos que en cierto punto nosotros también fuimos adolescentes, y que cuando estábamos en esa etapa sólo buscábamos comprensión, respuestas y acompañamiento, además de aceptación.
Entonces tendemos a satanizar esta etapa, nos volvemos intolerantes a las conductas de los adolescentes, no les brindamos espacios para expresarse libremente, y queremos seguir controlando su andar como si aún fueran niños pequeños, pero dándoles todas las responsabilidades de alguien de más edad.
Entonces sí, en cierta forma son más vulnerables a los conflictos porque las emociones están a flor de piel y hay una mayor comprensión de lo que pasa en su entorno; pero además también se ven más afectados porque como adultos fallamos en ayudarles.
Creámoslo o no, ellos son capaces de crear ideas bastante elaboradas acerca de lo que les pasa y lo que sucede en sus alrededores, el problema es que no siempre son tomadas en cuenta por su entorno (casa, escuela, familia y amigos) puesto que se cree que aún no son lo suficientemente maduros como para manejarlo.
Lo que no sabemos es que cuando les damos la libertad de expresarse y tomamos en cuenta sus opiniones, rescatando sus propuestas, su deseo de participar y sobretodo su energía, les estamos dando la posibilidad de reelaborar el conflicto y encontrar mejores soluciones.
Es por ello que es recomendable siempre tomarlos en cuenta, aún y cuando creamos que son discusiones de adultos.
Esto les ayudará a desarrollar mayor confianza y seguridad, porque sentirán que sus opiniones son valoradas no sólo por su grupo de referencia, sino además por personas adultas de sus principales entornos.
Puedes incluirlos en discusiones acerca de conflictos políticos, sociales y culturales, escuchando sus diferentes puntos de vista y brindándoles los tuyos, esto además les ayudará a desarrollar mayor conciencia de lo que están viviendo.
Si han escuchado algún rumor acerca de determinada situación, bien sea académica, familiar, social o de cualquier índole, dales la oportunidad de expresar con toda sinceridad lo que han escuchado, y bríndales las respuestas que estén en tus manos, con la finalidad de aclararlo todo.
Invítalos a que desarrollen y te cuente su posición acerca de determinado conflicto. Si están de acuerdo o no, si creen que hay otras formas de solucionarlo, pregúntales qué harían ellos y que esperan de los adultos a su alrededor para la gestión del conflicto.
Con esto no sólo se sentirán más seguros y animados, sino que además podrás determinar si esos valores que has intentado inculcarle por tanto tiempo, están allí presentes, y cuáles han desarrollado por sí mismos.
Si crees que algún momento puedan enfrentarse a alguna situación que ponga en peligro su vida o su integridad, asegúrate de establecer con ellos planes de emergencia, que sepan qué deben hacer o cómo deben comportarse ante determinadas situaciones, a quien deben llamar o a donde deben acudir, es sumamente importante.
Apóyalos en sus decisiones, siempre que no les hagan daño a ellos mismos o a otros, y déjales que ellos también sean una fuente de apoyo para ti.
Muchas veces creemos que como aún no son adultos no sabrán manejarse ante situaciones de conflicto, y creemos que aún debemos solucionarlos por ellos o brindarles contención, cuando lo cierto es que muchas veces son ellos mismos los capaces de brindar contención a sus padres en momentos de angustia.
No fuerces la comunicación, por mucho que queramos hacerlos parte de diferentes momentos o discusiones, lo que podemos hacer es invitarles a participar, pero jamás obligarlos.
Muchas veces se dan situaciones que, aunque para nosotros puedan resultar conflictivas, para ellos no lo son, por lo que intentar sacarles una respuesta o una opinión puede ser más bien contraproducente.
Ellos solos se sentirán parte de un momento o circunstancia, si desde un principio se ha establecido con ellos una relación de confianza y apoyo mutuo, en la que los puntos de vista de todos tienen importancia.
Finalmente, lo más importante es que les hagas saber que sus opiniones importan y son valoradas; que, aunque aún no sean adultos tienen la madurez suficiente para solucionar sus conflictos si se enfocan en sus ideas, pero también que tú siempre estarás allí dispuesto a escucharles y ayudarles cada vez que lo necesiten.
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