En los últimos años y desde hace algún tiempo, es cada vez más común ver familias monoparentales. Una familia monoparental es aquella en la que los niños viven y son criados por un solo padre, bien sea mamá o papá. Esto puede ser porque uno de los padres se fue, murió, o simplemente porque por alguna razón fue removido de la ecuación, es decir, sacado de la vida de los niños, teniendo muchas veces efectos negativos en ellos.
Lo cierto es, que sin importar los esfuerzos que un padre o madre soltera hagan por criar a sus hijos de la mejor forma posible, y vaya que son muchos; los niños siempre van a necesitar a ambos padres, o al menos a ambas figuras, para poder desarrollarse correctamente en todas las áreas de sus vidas. Las madres y los padres tienen roles específicos en las vidas de los niños, y es por esto que ambos son extremadamente importantes.
Mayormente sucede que estas familias monoparentales, son el resultado de un proceso de divorcio que salió muy mal, bien sea por todas las peleas y discusiones entre los padres que poco a poco fueron debilitando la relación hasta no poder soportarse, por la forma en la que se manejó la situación, o en la mayoría de los casos por infidelidad, lo que lleva a que en muchas ocasiones la custodia complete sea dada a uno de los padres, quitándole casi por complete al otro padre la oportunidad de criar a sus hijos o incluso verlos, simplemente son removidos de sus vidas.
Entonces, el padre que obtiene la custodia complete de los hijos comúnmente tiende a pensar que esta es la mejor decisión por el bienestar de los niños, sin embargo, la mayoría de las veces esta forma de pensar tiende a venir de su propio dolor, y no necesariamente porque estén considerando los sentimientos de sus hijos.
De hecho, si el bienestar y los sentimientos de los niños fueran realmente considerados, en la mayoría de las ocasiones (salvo en aquellas en las que el maltrato o abuso esté presente) estaríamos de acuerdo en que ambos padres necesitan y tienen que estar presentes en las vidas de sus hijos.
Porque cuando uno de los padres es removido de la ecuación, las consecuencias pueden llegar a ser devastadoras, apareciendo en la infancia y alargándose hasta la adolescencia e incluso la adultez.
Es muy común que los niños que crecen únicamente con uno de sus padres, ya sea mama o papa, sean más propensos a presentar problemas de conducta.
Quizás, porque se ven obligados a guardar y callar sus sentimientos, se ven obligados a adaptarse a una nueva vida que realmente no pidieron, y la única forma que encuentran para desahogarse es a través de su propia conducta.
De esta forma, cuando este tipo de situaciones no son abordadas de forma correcta en la infancia, las consecuencias siguen creciendo y creciendo como una bola de nieve hasta la adolescente y la adultez, convirtiéndose en problemas significativos para ellos, e incluso para la sociedad.
Pueden comenzar adicciones cuando llegan a la adolescencia, comenzar a ingerir alcohol a edades muy tempranas, usar drogas y tener relaciones sexuales desde muy jóvenes, más que todo porque para ellos es una forma de esconder el dolor de no tener a uno de sus padres a su lado, alejándose de vivir una vida de forma correcta.
Cuando llegan a la adultez, los problemas de confianza y seguridad comienzan a aparecer. Ellos pueden ser incapaces de establecer una relación sana con alguien más, o más bien pueden volverse emocionalmente dependientes de otra persona, como resultado de la falta de atención que sufrieron en la infancia, cuando uno de sus padres estuvo ausente o fue removido.
Ahora bien, esto no quiere decir que todas las familias monoparentales vayan a sufrir estas consecuencias. Cuando este asunto es manejado de la mejor forma, bien sea con terapia familiar o añadiendo a alguien que cumpla con la función parental del padre que no está (que no necesariamente tiene que ser una nueva pareja) tiende a resultar en niños felices, con un desarrollo óptimo y con habilidades sociales que les permitirán relacionarse de la mejor forma.
Sin embargo, hablar de todas las consecuencias que puede traer el remover a uno de los padres de la vida de los hijos, sea cual sea la razón, es solo una forma de demostrar que el tratar por todos los medios de mantener a los hijos alejados del otro padre sólo porque no queremos tener ningún tipo de relación con esa persona, no es solo una decisión egoísta, sino que además afecta a los niños más de lo que creemos.
En realidad no importa cuántos problemas tuviste con tu ex-pareja, o qué tan significativos fueron esos problemas, mientras esa persona haya sido un buen padre y no haya tenido un impacto negativo en la vida de los niños, lo realmente importante y lo ideal es entender que estos problemas son de los adultos, y no conciernen a los niños, por ende, no debemos involucrarlos.
Entender que los niños, los adolescentes y los hijos en general necesitan a ambos padres en sus vidas, con la misma presencia y en iguales condiciones, independientemente de si los padres están separados o no, es crucial para criar hijos emocionalmente sanos, felices, y con la habilidad de sobreponerse a cualquier situación, porque se sienten seguros al contar con el apoyo de ambos padres.
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