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Qué es el Trastorno Explosivo Intermitente y cómo lidiar con el

Qué es el Trastorno Explosivo Intermitente y cómo lidiar con el - ira - Psicología en Acción
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Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos sufrido de explosiones o ataques de ira que sentimos que no podemos controlar, pero que tienen una causa aparente. Sin embargo, también hay personas que presentan estos episodios de ira desbordada, en la mayoría de los casos sin motivo alguno; estas personas pueden padecer del llamado Trastorno Explosivo Intermitente.

Y a ciencia cierta, ¿Qué es el Trastorno Explosivo Intermitente? Como su nombre lo indica, se trata de un trastorno en el que la persona experimenta explosiones de ira que no puede controlar, que suelen ser repetitivas, y se caracterizan por comportamientos agresivos o violentos e impulsivos, que pueden manifestarse además de forma verbal.

Pueden no tener razón aparente, como también pueden darse como consecuencia a algún detonante, sin embargo, el criterio para identificarlo, se basa principalmente en la proporción de la ira, ya que siempre es mucho mayor o es significativamente exagerada en relación a lo que pudo haber originado la explosión.

Esto, hace que se haga difícil lidiar con estas personas, porque nunca sabemos a ciencia cierta qué puede detonar las explosiones y qué no, incluso, muchas veces las personas con Trastorno Explosivo intermitente pueden estar tranquilas antes de que el episodio se presente.

Cuando se presentan las explosiones, la persona puede mostrar conductas agresivas no sólo consigo mismo, sino también hacia otras personas a su alrededor. Lanzan objetos que tengan a su alcance, amenazan con agredir o hacerse daño ellos mismos, gritan y vociferan, mostrando cualquier tipo de comportamiento violento.

A pesar de que en el momento pareciera (y realmente es así), que no pueden controlar su rabia, sus impulsos ni su conducta, posterior a la explosión estas personas sienten mucho malestar y sentimiento de culpa, por el daño que pudieron haber ocasionado, y la imposibilidad de controlar sus impulsos.

En el momento, no piensan en las consecuencias, pero luego éstas les generan sentimientos negativos. No hay un tiempo específico que nos indique los períodos de calma o relativa normalidad entre una explosión y otra, a veces pueden pasar días, semanas, meses, e incluso hasta años entre los episodios.

Quienes presentan este trastorno sienten malestar no sólo por las consecuencias de sus explosiones y ataques de ira, sino además por la falta de control sobre sí mismos, y porque, indiscutiblemente, las relaciones interpersonales se ven afectadas. Especialmente cuando no se tiene la información adecuada al respecto.

Las causas del trastorno hasta los momentos son desconocidas, sin embargo, sí se conocen los denominados factores de riesgo. Personas que han vivido en hogares con familiares violentos, o que han sufrido de violencia doméstica o maltrato, son más propensas a padecer este tipo de trastornos.

La carga genética también toma importancia, puesto que cuando algún miembro de la familia lo ha padecido, o ha padecido de algún trastorno mental, las probabilidades se incrementan. Conductas riesgosas como el consumo de drogas o abuso de sustancias, también puede contribuir a la presencia del trastorno; así como también alteraciones en la química del cerebro.

Cabe destacar, que en la mayoría de los casos el trastorno se origina en la infancia, por lo que identificarlo y atacarlo en el momento realizando una intervención temprana, será clave para el mejor pronóstico de estos pacientes.

Esto quiere decir, que aunque parezcan un trastorno peligroso y muchos padres o familiares de quien lo padece se sientan desesperados ante el diagnóstico y su sintomatología, si se recibe el tratamiento adecuado, los síntomas pueden controlarse y aminorarse para que la persona pueda funcionar con normalidad.

Sin embargo, es uno de los casos en los que la atención de un especialista es sumamente importante y necesaria. Usualmente el tratamiento para este tipo de trastornos incluye psicoterapia y medicación, pero cada caso es diferente y para determinar el tratamiento adecuado, es necesario que se lleve a cabo un proceso de evaluación.

La psicoterapia consistirá más que todo en brindarles a las personas las herramientas para poder manejar su ira y mejorar su conducta, a través de la modificación de pensamientos y creencias. Con respecto a la medicación, esta suele incluir diversos tipos, pueden utilizarse antidepresivos, anticonvulsivos, ansiolíticos o estabilizadores, dependiendo del caso, sin embargo la mayoría actúan como reguladores conductuales.

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