En un artículo anterior, hablaba sobre las consecuencias negativas que el castigo físico tiene en los niños y adolescentes, y por qué no debemos usarlo. Más allá de que indiscutiblemente constituye una forma de maltrato, muchos padres lo utilizan cuando se han quedado sin estrategias para disciplinar a sus hijos.
Pero, muchos también se hacen la pregunta, si no castigo por medio de palmadas/nalgadas/golpes/correazos, ¿Cómo puedo enseñar disciplina? Acá te explico algunas alternativas al castigo físico, que bien implementadas, pueden ser de mucha utilidad y son mucho más beneficiosas para nuestros niños.
Antes de todo, lo importante en este sentido es entender que de ninguna forma el castigo físico enseña disciplina. Vivir bajo la creencia del “a mí me pegaron cuando pequeño y soy una persona de bien”, no sólo nos hace continuar con patrones de crianza antiguos, sino que nos lleva a perpetuar la violencia como una forma de infundir respeto.
Los golpes, manotazos, correazos, sacudidas, etc., de ninguna forma enseñan respeto. Lo que sí enseñan es temor hacia las figuras de autoridad, sumisión, la idea de que a través de la violencia se solucionan los problemas, y a no reconocer realmente nuestros errores, puesto que no se asocia la conducta con la verdadera consecuencia.
Por otra parte, también debemos entender que no existen “tips” de crianza certeros, que cada profesional aporta desde su experiencia, su conocimiento, y lo que el sentido común les indica. Que no existen manuales de crianza porque cada niño es diferente y ellos mismos son el manual. Así que deberemos adaptar la información recibida, los consejos y las estrategias; a las necesidades de nuestros pequeños.
Educar y disciplinar sin castigos ni violencia sí es posible, el problema es que requiere de un poco más de trabajo de nuestra parte como adultos, padres y educadores, y es esa la decisión más importante que deberemos tomar.
Aunque es mucho más fácil iniciar con la crianza libre de castigos y golpes desde que los niños son muy pequeños, nunca es tarde para pedir perdón, y enmendar los errores cometidos con anterioridad.
Todos sabemos que muchas veces la conducta de los niños llega a sacarnos de nuestras casillas y parece que el castigo físico es la única solución o estrategia que tenemos a nuestro alcance; pero, aunque no lo creamos, no es así. Es en los momentos en los que el niño es más disruptivo, en los que necesita mayor atención.
Criar sin castigos físicos requiere entender que detrás de toda conducta hay un motivo, un por qué, un llamado de atención a una necesidad no atendida que el niño busca expresar. Una vez entendamos esto el proceso se nos hará mucho más fácil, porque aprenderemos a reconocer lo que hay detrás de cada conducta, y atender precisamente eso.
Ahora bien, todo suena muy bonito, pero realmente, si no castigamos ¿Qué hacer ante las conductas negativas de los niños? Es allí donde debemos cambiarnos el chip, y comenzar a hablar de consecuencias antes que castigos. Toda acción produce una reacción natural, y es esa reacción natural la que debemos dejar que los niños asuman, para que realmente hagan la asociación.
No es lo mismo castigar o golpear a un niño porque se ha quedado jugando en la consola en lugar de terminar sus deberes; que explicarle con anticipación que si no termina sus deberes no podrá jugar, o no podrá asistir a la fiesta que tanta ilusión le hacía, o deberán cancelar el plan que tenían pensado para el fin de semana.
Las consecuencias naturales se refieren a eso, a aquello que con anticipación se ha explicado o dado a entender, que pasará como respuesta a sus acciones. De esta forma el niño más fácilmente identificará lo que es un mal comportamiento, porque asociará la conducta con su consecuencia, entenderá que para obtener privilegios debe ganárselos con el cumplimiento de las normas, y que de lo contrario, estos privilegios pueden suprimirse.
Igualmente, así lograremos que los chicos se sientan mucho más motivados a cumplir con lo que deben, puesto que tendrán un reforzador que les haga sentir que su esfuerzo es valorado.
Anticiparse a las situaciones, es lo que en la mayoría de los casos tiende a funcionar con los niños, porque es muchas veces la incertidumbre de lo que pueda suceder, lo que les lleva a expresar su ansiedad a través de su conducta. Además, al anticipar les brindamos respuestas y les damos la estructura que tanto necesitan.
Si llevamos a un niño a una juguetería a comprar el regalo que le obsequiaremos a algún amigo que cumple años, muy probablemente estando allí también se antoje de algo. Es obvio, está en uno de los lugares de mayor interés para él y con acceso y vista a muchas de las cosas que le gustaría tener. Así que si no lo consigue, es probable que patalee, llore, grite y muestre conductas negativas.
Es como si estamos a dieta y nos llevan a una chocolatería. Obviamente estando allí nos vamos a antojar, y para nosotros será muy difícil controlar nuestros impulsos. Pero si de antemano sabemos que vamos para allá, nos preparamos y comemos un snack en el camino para evitar sentir ansiedad y caer en la tentación, más fácilmente podremos controlarnos.
Lo mismo sucede con los niños. Si con anticipación les explicamos el lugar que visitaremos y los motivos por los que debemos ir, si con un tono firme pero amable les hacemos entender que iremos solamente a comprar el regalo del compañero y que no compraremos nada más, o que no podremos comprarle nada a él o ella, aunque quizás se sienta triste o furiosos, más fácilmente lo entenderá y la probabilidad de hacer un berrinche se disminuye significativamente.
Alternativas al castigo físico no hay una en específico que funcione. Lo que sí funciona es tratar a los niños como iguales, como personas, como quisiéramos nosotros ser tratados antes nuestras confusiones, nuestros momentos de enojo o tristeza; porque aunque más pequeños que nosotros, siguen sintiendo de la misma forma.
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