Muchos jóvenes de la generación de los Millennials están usando intercambios escolares, visas de trabajo o simplemente comienzan a mochilear como un rito común de paso.
Todos queremos ver el mundo, vivir el sueño, perseguir nuestra pasión y, con suerte, ganar dinero mientras lo hacemos. Además de eso, queremos ser vistos, queremos que las personas vean nuestros logros y cuántos lugares hemos visitado.
La tecnología nos ha hecho dependientes de eso ahora, el anhelo de compartir constantemente lo que estamos haciendo con todo el mundo. Claro, aquí estoy generalizando, pues obviamente no es así para todos, pero la mayoría de nosotros hemos hecho de las redes sociales una parte de nuestra rutina diaria.
Pero hay más razones para viajar que tener cientos de “me gusta” cuando publicas la foto de tu boleto, y dices: “acabo de comprar un boleto a Bali para mis próximas vacaciones”. O algunos seguidores más cada vez que publicas una selfie en la playa.
Escuela de la vida
Hay algo sobre viajar que no puedes aprender en las escuelas y que nadie puede enseñarte. Viajar te da la oportunidad de aprender más sobre ti, algo que nunca podrías aprender en casa. Te hace sentir cosas que ni sabías que podías sentir.
Abre tu mente a un nuevo mundo de posibilidades. Conoces personas nuevas que terminan teniendo un gran impacto en tu vida, estás más dispuesto a probar cosas que nunca habrías intentado en casa, con frecuencia aprovechas las oportunidades sin pensarlo dos veces.
Cada vez más empiezas a pensar menos y a actuar más. Permites que esa pequeña voz dentro de ti sea tu guía, tus instintos y tu brújula.
Luego viene lo duro. Te das cuenta de que has sido criado en un mundo de abundancia. Poco a poco te das cuenta de que mientras pasa el tiempo, tienes que preocuparte por tener un techo sobre tu cabeza, bien sea que haya agua o comida. Te das cuenta de que esto te ha suavizado.
Viajar te hace más fuerte. Mental y físicamente. Te pone en situaciones incómodas donde extrañas tu hogar y a tu gente como nunca. Pero creces a partir de eso, te vuelves más y más rescatable. Te mueves todos los días: caminas, surfeas, saltas, y nadas, realmente puedes disfrutar el regalo de tu cuerpo cuando viajas.
Viajes: un desafío nuevo todos los días
Viajar te brinda desafíos todos los días, pero te hace sentir cada vez más vivo. Te hace preocuparte menos por las cosas superficiales y más por vivir en el momento presente. Te hace volver a lo esencial, con menos posesiones esenciales y más experiencias.
Viajar es tan agotador que generalmente agradeces cualquier tipo de cama barata que encuentres en un hostal. Cuando puedes tomarte una ducha caliente, te sientes como un niño en plena navidad cuando abre sus obsequios.
Las conexiones pobres de Wi-Fi en lugares dudosos a veces te obligan a desconectarte del mundo exterior y reconectarte con tus verdaderos deseos. Viajar te impide convertirte en una persona amargada y frustrada que, constantemente encuentra excusas de por qué no estás haciendo las cosas y viviendo la vida que sueñas.
Viajar te hace menos egoísta y más consciente de las personas que te rodean. Saludas a extraños y te interesas en escuchar tus historias. Viajar te hace ver las pobrezas y sus carencias.
Ves niños en la calle mirándote con fascinación y admiración, y te sientes satisfecho de poder comprarles un jugo o alguna golosina, y te dan la sonrisa más grande y genuina. Está en tus manos el poder de regalarles un poquito de felicidad.
Hacer feliz a la gente te calienta el corazón. Las personas que viven en la pobreza no dan nada por sentado y constantemente te recuerdan la importancia de estar agradecido.
La gente hace los lugares
Viajar te hace disfrutar las bellezas de este mundo: océanos, naturaleza, animales, amaneceres, atardeceres, gente… A menudo decimos que la gente hace los lugares, y esto es completamente cierto.
Al final del día, lo importante es con quien compartes todos los momentos especiales. Personas que te harán reír a carcajadas, que te ayudarán a superar tus límites y que mantienen tu luz resplandeciendo en su lugar.
Humanos que te animarán a deshacerte de tus pertenencias materiales que no sirven para nada con el fin de que te encamines en una aventura infinita. Personas que te hacen sentir vivo.
Viajar te hace una persona más feliz, más inteligente, de mente abierta y altruista. Entonces, ¿qué esperas para hacer tu maleta?